jueves, 23 de febrero de 2012

Joaquín Sabina

Visto y considerando que se acerca la fecha en que dos pájaros visitaran la Argentina por segunda vez y teniendo en cuenta que aquel 2006 lo cerré con un moño así de grande gracias a uno de esos pájaros, es que paso a contarles aquella vivencia lejana, pero bien latente. No sin antes hacerle una breve introducción del caso. Sepan disculpar en las siguientes líneas el sentimiento inexplicable de un fanático.

La tristeza que flotaba sin rumbo en las aguas del río Paraná y la melancolía de sus letras pudieron con mis sentimientos más dicharacheros y los mandaron a todos a dormir temprano. Para colmo la voz de lija no desentonaba en lo más mínimo en esa atmosfera llena de nostalgia que se sucedió noche tras noche mientras los pallets mudos, llenos de cítricos, se acomodaban en el plato para subir a las bodegas de los buques que desfilaban sin descanso por el muelle del puerto Campana.

Era Invierno y el departamento que me alquilaron parecía un hospital. Ambientes grandes llenos de espacios por todos lados. Una habitación fría con paredes decoradas con manchas de varios tamaños. En el medio una cama chica, sobre el rincón una mesa ratón y desde ella el flaco calavera dándole un poco de sentido a las madrugadas vacías. Y créanme que no me faltaba nada mas. A veces el ser humano necesita victimizarse un poco y la soledad me empezó a sentar bien. Joaquín Sabina contaba historias tan parecidas a las mías que todas las noches viajaba en el tiempo. Hasta llegué a pensar que había sido integrante de aquel grupo de amigos con el que descubrimos el costado secreto de la noche, ese costado que nunca pega un ojo. Me acuerdo del Flaco, Tito, Leo, Seba, pero no logró acordarme de él. Aunque después de sus letras supe que en esos tiempos de adolescencia en algún lado estuvo escondido y tomando nota.

No voy a pecar de intolerante idolatrando a este gallego que vino de otro pozo a conquistar mis noches ( y más tarde mis días completos), solo voy a decir, sin exagerar, que este tipo es un maestro, un poeta, un genio. Nada más. Ojo, no se me ocurre ponerlo a la par de grandes poetas como Benedetti y compañía, ese grupo de elite que tiene algún arreglo con la Luna. Los tipos la miran un rato, se inspiran, y entran a escribir palabras que no conozco en rimas que no riman para deleite de aquellos enamorados que coleccionan mariposas en la panza. Aunque suene filosa, dicha ironía no pretende desprestigiar a esos señores POETAS, es más, creo que al poema número 20 de Neruda no hay con que darle. Sólo quiero decir que este gallego está más cerca, es más real, escribe desde el piso y tiene el don de manejar las palabras nuestras, las de todos los días, en prosas, en versos, con metáforas exactas para enseñarnos que somos del mismo palo, que vivimos con la misma intensidad, que lloramos, sufrimos y reímos por los mismos rollos. Cuando hablo de prosa, verso y metáfora, no me refiero a la barata, a la que consigue Arjona en cualquier kiosquito de barrio, me refiero a letras que salen a escena impecables, perfumadas y elegantes, bien formadas a contarnos una historia cotidiana, y es precisamente ahí el punto en donde Sabina se ubica por arriba de los de su especie.

Luego de correr el K42 me di uno de los gustos más grandes de mi vida. Pasé por la bombonera, fui a ver a Sabina por primera vez y a continuación les adjunto las líneas que salieron a la cancha luego de vivir aquel maravilloso recital.

Con voz gallega ...
Buenas Noches Riachuelo.
Buenas Noches Bombonera.
Buenas Noches Buenos Aires.

Que no arranquen los coches. Que se muera el olvido. Que se enfaden las flores. Porque voy a ir esta noche a la Boca. Porque voy a escuchar esta noche a SABINA !!!


Cerca de las 18 estábamos adentro. 3 metros y el escenario. Que tiren agua la puta que lo parió !!! Los 40 grados de sensación se habían puesto calientes. La humedad sufría de humedad. El reloj de arena no quería dar las diez. Las plateas se fueron pintando. En el campo ya no entraba un alfiler. Diez horas, un minuto. Era inminente. Instrumental, a ritmo de vals "y nos dieron las 10 y las 11, las 12, la 1, las 2 y las 3 y desnudos al anochecer nos encontró la luna". Los acordes salían de alguna guitarra escondida, y entraban directo al corazón. El bajo se sumó a la guitarra. Mas tarde el teclado. Mi corazón se salía. Un hombre. De traje gris. Bastón. Y una galera. No era felicidad. Era mucho más. Mi léxico pobretón no encuentra palabras para describir tantos sentimientos que se encontraron cuando por fin JOAQUIN SABINA ganó el escenario.

Panchito Varona sacudió el bajo. La batería nos alejo del piso. De Diego en el teclado. Aves de Paso. Todos saltando. Es verdad, la bombonera no tiembla. Late. Vive. Y aquel flaco, ya no tan flaco, ni tan calavera. Y su garganta maltrecha. Y sus letras a cuestas. "A las pelirrojas rubias de bote que en relicario de sus escotes perfumaron mi juventud". Los 40 grados, ya eran 50. No era felicidad. Era mucho más. Los flashes se mezclaban con relámpagos. Las nubes llamaron a más nubes. "El asesino sabe más de amor que el poeta". Si 7 crisantemos. Gracias. ¿Y Ahora ?. Conductores suicidas. Perfecto. Gracias flaco, ya no tan flaco. Pero ella quería escuchar Mentiras Piadosas, y nosotros también, "yo le quería decir la verdad por amarga que fuera". Y las nubes se agolparon tanto que empezaron a soltar agua. Mucha agua. Quién nos ha robado la Luna, y el mes de Abril. A torrentes caían aquellas gotas, sobre nuestra Frente Marchita. Acaso hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Está sucediendo. Resumiendo. Nos tocaba crecer y crecimos, vaya si crecimos.

A veces ni con píldoras lo puede conseguir. Marilyn Monroe sigue sin dormir. Me lo dijeron mil veces, y nunca quise poner atención. Ya sin Olga. Y sin embargo una tal Helen que lo hizo de maravillas. "Y si te vas me voy por los tejados como un gato sin dueño". Un par de bises. Clima popular. Clima futbolero. Faltaba la Doce. Los Borrachos estaban. Borrachos estábamos de tanta alegría. Esa boca es mía, con panchito, otro pirata de los buenos. Sinatra celoso, veía como bailábamos bajo la lluvia. "Vivo, en el número siete, de calle melancolía, quise mudarme hace años al barrio de la alegría, pero siempre que lo intento, ha salido ya el tranvía, en la escalera me siento". El flaco, no tan flaco, cruzado de brazos y algo mojado. Mas mojados nosotros, sin parar de silbar su melodía.

José Tomas. Enigmático y misterioso. De aquel torero español al nuestro. El Diego. El más grande. Y Mafaldas. A varios años del ruedo. Los mejores. Con solo 20 años cosidos a retazos Paulita lo inspiro. Todavía le debe algunos besos que valen más que el oro del Perú. Abelardo. Eloisa. Otros dos chavales que no conocían el mar. Dos pájaros de Portugal sin dirección, ni alpistes, ni papeles. Las nubes seguían sumando nubes. Las 35000 almas no paraban de saltar. No era felicidad. Era mucho más. “Se escapo de una cárcel de amor, de un delirio de alcohol, de mil noches en vela”. Enséñame a reír como llora Chabela. Las últimas nubes llegaron a tiempo. Todos queríamos cantar una canción para la Magdalena. “Dueña de un corazón tan cinco estrellas. Y entre dos curvas redentoras la más prohibidas de las frutas. La más señora de todas las putas. La más puta de todas las señoras”.

Cuanto pasó desde aquella mañana de resaca Joaquín. Cuanto pasó para por fin hacer Ruido en la bombonera Joaquín. Ni el diluvio universal nos para. Pero el viento se llevo el pupitre. Mucho mucho ruido. Tanto tanto ruido. Truenos. Relámpagos. Centellas. Y mucho viento. El temporal se enojó, y al final llego el final. Aunque te quisiste quedar, ya no estabas en el escenario, pero quedaste en mi corazón. Ruido fue tu último regalo. El mejor de los ruidos. Locos por naufragar, bailamos en la cancha de Boca. Hasta el as en la manga se marchito con tanta agua. Y Fito quedó sentado en el banco de suplentes esperando que ya no llueva. Sobre Mojado seguíamos soñando despierto. El guitarrón sufría de humedad. Las cuerdas ya no lloraban acordes. Pero el flaco, ya no tan flaco, enamorado del escenario y de su público, seguía haciendo Ruido desde el vestuario. "Ella le pidió que la llevara al fin del mundo" ... Acaso el fin del mundo vino a buscarte Joaquín. Vino a buscarnos a todos. Qué nos lleve de una vez. Si todos los finales son el mismo repetido. Maldita madrugada !!! Esperemos que con el Nano vuelva a salir el Sol !!!


Flaco, ya no tan flaco, ni tan calavera, gracias por tanto. Ya me habías contado, el destino es un maricón. Aunque me privo de Princesa, me regalo el mejor recital de mi vida. El mejor momento de mi vida. No es felicidad. Es mucho más. Mi léxico pobretón no encuentra palabras para describir tantos sentimientos que se encontraron cuando por fin JOAQUIN SABINA ganó el escenario !!!

Aún no cerraban. Dos copichuelas mas. Afuera desfilaban zapatos mojados. Taxis sin frenos. Del 52 ni rastros. Un tostado. Una servilleta. A dos cuadras de aquel recital besé la lona. Sin entender al tiempo, pagué la cuenta. Los charcos no encontraban hospedaje. El diluvio moría de envidia. Por fin un taxi con frenos. Córdoba y Gallo por favor. Segundo piso, un colchón. Estuve con Sabina. En la cancha de Boca. Con su traje gris y una brillante lucidez. No es felicidad, es mucho mas. Voy a despertar de este sueño. Voy a dormir.

1 comentario:

Leandro dijo...

que lo parió... me hiciste ver el recital de joaquín. Gracias pablo, mi léxico pobretón no encuentra palabras para describir lo que me gustó este realto.
Un abrazo