lunes, 24 de septiembre de 2012

Tetra de la Manzana 2007

Después de haber dado lástima en el 2005 y 2006, el tipo, porfiado como pocos, volvió a correr el Tetra como si fuera bueno. 

General Roca. 25 de Febrero del 2007. Tetratlón de la Manzana. Despunta el día. El Sol radiante madrugó antes que nadie, y nos esperó con un potente desayuno. No se si es conveniente empezar el día con tostadas, pero si se que son bien ricas. Zapato para bici, zapato para bici. Casco, casco. Zapatillas para correr, zapatillas para correr. Kayaks, kayaks. Salvavidas, salvavidas. Antiparras, las perdí hace tiempo. Camelback, camelback. MTb, mtb. Remo, remo. Banana, banana. Tijera, tijera. Está todo en orden. Todo. Partimos.

Salimos de Allen a las 8 de la mañana. La logística funcionó de maravillas. A las 9:30 ya habíamos dejado las herramientas en ambos parques cerrados. A las 9:45 estábamos esperando que tomen asistencia a la orilla del río. Natalia Roldán. Adrián Morales. Huguito Camargo ( el perro ). Miguel Boglio. Andrés Tappata. Y yo, dijimos presente. Con Andrés y Miguel era la tercera vez que emprendíamos la aventura de salir airosos de estas cuatro durísimas pruebas. Natalia, Adrián y el perro estaban debutando.

Basándonos en nuestra poca experiencia, les dimos las claves para transitar por el tetra, y vivir para contarlo. Mantenerse a flote en los 1.500 metros de agua, administrar el aire durante las dos vueltas del circuito de mountain, mantener el kayak derecho contra la corriente, correr a 6 minutos 30 segundos el kilómetro, y algo que no encuentro manera de describir, que tiene que ver con el corazón, y que DE TODAS LAS NOMBRADAS, ES LA UNICA QUE IMPORTA!!!

Bueno. Volvamos a la carrera. Parado en la mitad de la cancha con los brazos en jarra esperé el silbato inicial. Al agua gallareta. Me tiré de bomba desde la orilla. Tomamos el bracito no apto para nadar. Pecho. Perrito. Algo de croll, muy poco. Los muchos nadadores se fueron acomodando hasta formar una larga fila. En esa fila iba yo, meta brazo y brazo. Tratando de ganar la correntada iba de un lado a otro. Iceberg!!! Esquivé unas ramas peligrosas que me hubieran dejado como Leonardo di Caprio. Los manotazos del resto de los nadadores no eran dificultad comparado con la cantidad de lama que impedía nadar. Bastante caminando, y otro bastante a pie, recorrí gran parte del tramo.

Es necesario hacer un alto en el relato para sincerarnos. Es mi deber contarles que junto con varios competidores mas ganamos la orilla. Nombro a varios competidores más para  no estar solo en la bolsa. Les contaba que yo y varios como yo hicimos trote suave como panchos por nuestras casas. Luego de aproximadamente 50 metros, que pudieron ser 100, volvimos al agua a intentar amigarnos con Lorenzo "lamas". Pasaron 20 minutos de forcejeo forzoso. Con un mareo importante, hice puerto en tierra firme. Mil disculpas a todos aquellos que lograron hacer los 1.500 metros por el agua sin enemistarse con Lorenzo.

La bici me esperaba en el corral. La tomé de las riendas, y salimos a recorrer la parte mas dura del Tetra. Arena hasta en la sopa, subidas de postre, senderos perfectos, y bajadas reconfortantes se anidaban en el maravilloso circuito de las bardas roquenses. No existe en el valle un circuito tan apasionante. Cual si fuera en la montaña rusa, con el corazón a punto de salirse, iba tratando de no perder la vía. Administrando el aire recorrí la primera vuelta. Con ayuda de un push recorrí la segunda. Si había una tercera no llegaba ni aplacé.


Dejé la mountain, las zapas, y salí trotando en busca de la embarcación. El casco!!! Me gritaron los de palo. A varios metros de la bici, me saqué el casco y al mejor estilo Navarro Montoya lo empalmé de derecha para dejarlo a centímetros del bochín. Con un leve dolor en el empeine llegué al kayak. Sonó el silbato en la proa, y todos a bordo. Mientras me comía una banana, la embarcación navegaba sin rumbo. Apreté la mano, y a remar. El Río Negro hacía fuerzas para darme vuelta. Lorenzo se complotó. Era yo contra el resto del mundo. Con un equilibrio admirable conquisté la primer trepada. Ya más canchero conquisté la segunda. Quedaban 4 kilómetros a favor. Me fui paseando por el Río Negro como el gondolero que no encuentra pasajeros en Venecia. Tierra. Tierra. Restaban 200 metros para tierra firme. Iceberg!!! Una rama mal intencionada se cruzó en mi ruta. Sin poder evitar la colisión apreté los dientes. El kayak caprichoso se estacionó arriba, y no respondía a mis forzadas remadas. Después de varias intentonas, logré zafar. Será la factura por haber ganado la orilla en la parte de natación. Estamos a mano entonces.




De un competidor vecino tomé prestado la palangana con agua para enjuagarme los pies. Gracias vecino. Me calcé las medias y las zapas. 10 km finales. Hasta los primeros 5 km fui bien. Los últimos 5 km fui mal. Por mas que trotaba y trotaba no lograba acercarme al maldito edificio que se veía bien chiquito allá a lo lejos. Los pasos cortos fueron agrandando el edificio de a poco. Tierra. Tierra. Gral Roca estaba al alcance de la mano. Entré a la ciudad con el envión. Ricardito, desde la bici, me daba aliento para los últimos 500 metros. Durante un poco más de 3 horas y medias estuve acumulando incertidumbre. La bandera a cuadros cayó, y la incertidumbre se fue a dormir. Al igual que el año pasado, la medalla juntito al corazón, y todos esos sentimientos inexplicables pudieron con todos mis dolores corporales y rebalsaron el alma de felicidad.



La mañana siguiente, lunes 26 de Febrero, fue muy cómico estar escuchando atento las declaraciones de Maxi Morales, ganador por décima vez consecutiva del Tetra de la Manzana, en la radio de Gral Roca, cuando el sonido del celular rompió con la atención. Radio Lider de Allen. Florencia me llamó para entrevistarme. A mí? Puesto 80. Si a mí!!! Y ahí estábamos, en distintos diales. Maxi y Yo. Yo y Maxi. Dos potencias al aire!!! Para no quedar demasiado mal delante de los oyentes casuales que estaban del otro lado del transistor comenté, que podría haber seguido de cerca al "superMaxi", pero como ir segundo no me gusta, porque el primero levanta mucha tierra, preferí irme bien atrás!!! A pesar de las risas de Flor debo aclarar que mis palabras sonaron sensatas y totalmente creíbles, además convengamos que la mayoría de los oyentes no me conoce y no tienen por qué dudar de un atleta de elite como yo. Un abrazo grande a todos, nos vemos pronto y muchas gracias por la nota Flor.

viernes, 13 de julio de 2012

Triatlón Olímpico Carhué 2007 ( la espina )

El 18 de Febrero del 2007 volví a Carhué a sacarme una espina en forma de bici que tenía clavada en el talón. No se imaginan como estaba el talón con semejante espina. Viajamos todo el día y cerca del atardecer llegamos a destino con una pinzota de pilar del tamaño de un portavión. Mientras Soledad revoleaba el poncho en Carhué Rock, fiesta tradicional de la localidad, nosotros intentábamos pegar un ojo en la casa de la cultura. Ya habíamos saboreado los tallarines en la cena de carbohidratos. Las bicis ya estaban a punto, las zapas lavadas y las ganas mas intactas que nunca. Solo había que dormir un rato.


Amaneció con algo de viento, un tanto fresco. Desayunamos por ahí. Nos vestimos de triatletas y nos fuimos para el lago. Dejamos las bicis y demás pertenencias en el parque cerrado. Calentamos un poco, y a la orilla señores. En la largada estaba un tal Fontana que había ganado el año anterior. Nuestro Sebastián también estaba en las gateras. Ricardito, Andrés, Yo y cientos más, éramos los parteners.

Con el corazón nervioso, antiparras, gorrito de nadador y los brazos listos, esperé el silbato inicial. La adrenalina pudo con el frío. Un pelado con pocos amigos dio la orden y empezó el partido. Las aguas embravecidas por los nadadores que iban adelante no me dejaban ver. Los buenos nadadores se alejaron un poco. Intenté nadar normal, pero el lago Epequen estaba muy picado. Bastante picado para ser un lago. Las olas estaban ideales para hacer surf y yo sin tabla. Entre ola y ola llegué a la primer bolla. Con los brazos a todo motor encaré para la segunda. Con el motor fundido llegué a la tercera. Aún quedaba una vuelta y yo quería irme a mi casa. Mi estómago ya no quería más agua termal. Primer bolla. Segunda bolla. No queda nada. El frío pudo con la adrenalina. Tercera bolla y a las bicis.

Revuelvo el cajoncito de los recuerdos, y ahí estoy. Saliendo mareado del agua, intentando encontrar la MTB. Sí, la mountain bike. Aquel Domingo del 2006 incursioné por primera vez en un triatlón olímpico.


Si bien me llevé bici de ruta a Marzo, logré conquistar la meta luego de una eternidad, y mucho sufrimiento. El 18 de Febrero del 2007, me senté en el pupitre a esperar que me llamen a rendir. La flaca estaba lista y los nervios habían adormecido el talón.

Una Colner amarilla fue la carpeta que me prestó Alejandra para rendir. Ojo, no era la primera vez que me sentaba en una bici de ruta. La primera vez había sido el día anterior para entrarla a la casa de la cultura. Me puse las zapas con trabas, casco, pechera y salí del parque cerrado con el nerviosismo de quien entra a rendir un final dejando la mitad del libro sin leer. El asfalto, la bici y yo nos empezamos a conocer. A los 5 km. ya éramos como chancho. Salí de Carhué envuelto en aplausos. Con la confianza al máximo aceleré un poquito. Un lomo de burro me quitó la caramañola. La última vez que la vi, iba rodando hacía la banquina. Me quedaban 35 km. de bici y nada de agua.

Los brazos descansaban sobre los cuernos (de la bici). Las piernas hacían todo el esfuerzo. La Colner viajaba hermoso. El viento ayudaba. A los 20 km. el agua llegó en forma de bolsita. Adentro !!! Agradecidas las piernas seguían pedaleando. Ahora en contra de viento. La Colner seguía viajando hermoso. Otra vez Carhué. Otra vez los aplausos. Entré al parque cerrado como quien sale del aula sabiendo que aprobó. Me despedí de la bici, y salí a correr los últimos 10. A pesar de que el tal Fontana y nuestro Sebastián ya estaban durmiendo la siesta, Carhué seguía en las calles abrigando al resto de los competidores. Agua Sr. ? Agua Sr. ? ... Si !!! ... Los jarrones de agua caían del cielo como bendiciones. Los aplausos llenaban el alma. Una vuelta, y falta una. Agua Sr. ? Agua Sr. ? ... Último kilómetro. Últimos metros. 2 horas 45 minutos. Menos que una eternidad. Aprobado con creces !!!

Les cuento por si les interesa que ganó un tano. Segundo un tal Fontana. Nuestro Sebastián quedó decimosegundo. Y nosotros ? ... Nosotros un poco mas atrás. Lo cierto es que hace 5 años, en Puerto Madryn, nuestro Sebastián salía del parque cerrado a correr los últimos 10, y ahí estábamos, del lado de afuera, abrigándolo en aplausos mientras rociábamos el pollo al disco con vino blanco. En el 2006 cambiamos el pollo por carbohidratos y nos animamos a acompañarlo con mountain bike. La espina que quedó clavada después de aquel debut estaba echando raíces y en el 2007 nos presentamos con bici de ruta. Les dejo un abrazo grande, voy por un algodón con alcohol.

martes, 1 de mayo de 2012

Triatlón de la Pera 2007

Fue el domingo 11 de febrero del 2007. Mierda !!! Ya pasaron 5 años. No me quiero poner filosófico pero me es inevitable reprocharle al tiempo su paso implacable. Qué manera de dar vueltas y vueltas esas agujas. Sin cansarse, ni retrasarse, con el mismo ritmo de siempre. Me hacen acordar a Ricardito. No aminoran la marcha ni se cansan y cada minuto pasa exactamente en un minuto, nunca un retraso, nunca un especie de “tiempo fuera” para ordenarnos, descansar y volver al ruedo mas tranquilos. Será normal que cuanto más viejo me ponga más crezca mi descontento con ese paso firme del reloj. Me preocupa la rigurosidad con la que marcha, llevándose todo por delante, trasformando en un mísero segundo la actualidad en un recuerdo, y a ese recuerdo llevarlo, en un segundo más, 5 años atrás. Disculpen este desvío, me fui por las ramas y Freud se debe estar revolcando en la tumba, así que mejor vuelvo al hilo. Fue el domingo 11 de febrero del 2007 y aunque parezca que fue ayer, no señor, fue hace 5 años. El asado ya estaba listo, pero todos esperábamos a Robin.

El apodo de Robin no viene por el lado del superhéroe de fama borrosa, sino por el lado de su gracia. Vendría a ser un apocope de Robinson, así que quédense en el molde y nada de cargarlo con Batman y esas cosas. Robin fue el tercer integrante de un equipo de Neuquén que venía a probar suerte a la ciudad de Allen. Entiendo que a la suerte hay que despabilarla un poco, presentarle el laburo y ver que está dispuesta a hacer. Estos tres ambulantes no hicieron los deberes y a la suerte ni se le cruzó por la mente la idea de darles una mano, todo lo contrario, y Robin, al ser el último de los tres en salir a la cancha fue el más perjudicado.

Aquel hermoso día de Febrero se celebró la tercera edición del Tria de la Pera. Refunfuñando por madrugar un Domingo, Allen amaneció temprano. Mientras el Sol descansaba sus rayos sobre las aguas tranquilas del río Negro, el renovado y lujoso balneario se iba tiñendo de adrenalina. Titín se vino con dos equipetes de Neuquén, entre ellos el ya presentado Robin. Adrián le puso el pecho a las balas con un equipo de Gral Roca. Y entre los muchos otros equipos que se acercaron a compartir una nueva aventura, estaba el nuestro. Ricardito, Andrés, Carlitos y Yo. Kakambas al ruedo una vez más.


Y así crecí volando y volé tan de prisa que hasta mi propia sombra de vista se perdió. Tarareando a Sabina recorrí la primera vuelta de las cinco programadas para la parte de bici. Aunque pedaleaba con toda mi fuerza no paraba de perder lugares. Unos pibes maleducados, que ni permiso pedían, me pasaban como alambre caído. Apreté los dientes y entré a la tercera vuelta con ganas de recuperar algún puesto. Ya corría la cuarta vuelta y nada de sorpresas. Quinta y última. A cara e´ perro. Dejé el alma y algunos puestos más. Perdón Ricardito, fue lo mejor que pude hacer, le comenté casi tosiendo el corazón por la boca, mientras le entregaba el testimonio. Evidentemente darme la bici a mi no fue una decisión feliz para el equipo, pero tampoco hubiera sido feliz darme el trote y ni que hablar del nado, así que mozzarella y a quedarse en el molde.

Sin dudas nuestra mejor carta cayó en el agua. Ojo que no estoy hablando del pincha bifes, ni siquiera hablo del siete de velo. Estoy hablando de un tres comunacho que ni para puntos sirve. Esa carta fue Andresito, el delfin, Tappata que al lado de un dos y de un ancho falso es un cartón. Como ya les adelanté la bici me eligió a mí, yo vendría a ser el ancho falso y Ricardito, el perrito de copas, se prendió con el trote. Carli, el cuarto integrante, se sacrificó con las brazas.

Andrés salió del agua luego de una maravillosa performance. Para ser un tres de basto estuvo bárbaro. Con el testimonio en la muñeca y lleno de optimismo salte a la bici a recorrer los 25 km de rally. Mi atuendo de ciclista no convenció a nadie y me pasaron todos como parados. No me quedó más remedio que entregar el testimonio a Ricardito y su andar arrasador. Con un excelente tranco salió del parque cerrado y con el mismo excelente tranco cruzo la meta. Fue un relojito de esos que nunca descansan sus agujas. Misión cumplida. No pudimos trepar al podio porque los otros equipos ligaron un poco más, pero si pudimos disfrutar del mejor de los premios. El asado estaba de rechupete. Sin dudas el desempeño de Carlitos en la parrilla, con soporte de chiquito Nelson, fue nuestro as de espadas, lo más destacable de Kakambas y eso que no pudimos comerlo cuando estaba al dente por culpa de Robin.

Hablando de Robin. La última etapa era la de trote y los organizadores buscaban en el horizonte la silueta del último atleta que se negaba a aparecer. La premiación se quedó dormida, los ganadores que esperaban por su trofeo tenían ganas de ir a buscarlo y traerlo en sillita de oro. A nosotros ya nos ardía el bagre y Carli ponía mala cara porque el almuerzo estaba cerca de la cena. Y de pronto todo el mundo enmudeció. A lo lejos, bien lejos, allá donde el horizonte se empieza a deformar y la ilusión se mezcla con la realidad, parecía venir alguien con capa y antifaz.

jueves, 23 de febrero de 2012

Joaquín Sabina

Visto y considerando que se acerca la fecha en que dos pájaros visitaran la Argentina por segunda vez y teniendo en cuenta que aquel 2006 lo cerré con un moño así de grande gracias a uno de esos pájaros, es que paso a contarles aquella vivencia lejana, pero bien latente. No sin antes hacerle una breve introducción del caso. Sepan disculpar en las siguientes líneas el sentimiento inexplicable de un fanático.

La tristeza que flotaba sin rumbo en las aguas del río Paraná y la melancolía de sus letras pudieron con mis sentimientos más dicharacheros y los mandaron a todos a dormir temprano. Para colmo la voz de lija no desentonaba en lo más mínimo en esa atmosfera llena de nostalgia que se sucedió noche tras noche mientras los pallets mudos, llenos de cítricos, se acomodaban en el plato para subir a las bodegas de los buques que desfilaban sin descanso por el muelle del puerto Campana.

Era Invierno y el departamento que me alquilaron parecía un hospital. Ambientes grandes llenos de espacios por todos lados. Una habitación fría con paredes decoradas con manchas de varios tamaños. En el medio una cama chica, sobre el rincón una mesa ratón y desde ella el flaco calavera dándole un poco de sentido a las madrugadas vacías. Y créanme que no me faltaba nada mas. A veces el ser humano necesita victimizarse un poco y la soledad me empezó a sentar bien. Joaquín Sabina contaba historias tan parecidas a las mías que todas las noches viajaba en el tiempo. Hasta llegué a pensar que había sido integrante de aquel grupo de amigos con el que descubrimos el costado secreto de la noche, ese costado que nunca pega un ojo. Me acuerdo del Flaco, Tito, Leo, Seba, pero no logró acordarme de él. Aunque después de sus letras supe que en esos tiempos de adolescencia en algún lado estuvo escondido y tomando nota.

No voy a pecar de intolerante idolatrando a este gallego que vino de otro pozo a conquistar mis noches ( y más tarde mis días completos), solo voy a decir, sin exagerar, que este tipo es un maestro, un poeta, un genio. Nada más. Ojo, no se me ocurre ponerlo a la par de grandes poetas como Benedetti y compañía, ese grupo de elite que tiene algún arreglo con la Luna. Los tipos la miran un rato, se inspiran, y entran a escribir palabras que no conozco en rimas que no riman para deleite de aquellos enamorados que coleccionan mariposas en la panza. Aunque suene filosa, dicha ironía no pretende desprestigiar a esos señores POETAS, es más, creo que al poema número 20 de Neruda no hay con que darle. Sólo quiero decir que este gallego está más cerca, es más real, escribe desde el piso y tiene el don de manejar las palabras nuestras, las de todos los días, en prosas, en versos, con metáforas exactas para enseñarnos que somos del mismo palo, que vivimos con la misma intensidad, que lloramos, sufrimos y reímos por los mismos rollos. Cuando hablo de prosa, verso y metáfora, no me refiero a la barata, a la que consigue Arjona en cualquier kiosquito de barrio, me refiero a letras que salen a escena impecables, perfumadas y elegantes, bien formadas a contarnos una historia cotidiana, y es precisamente ahí el punto en donde Sabina se ubica por arriba de los de su especie.

Luego de correr el K42 me di uno de los gustos más grandes de mi vida. Pasé por la bombonera, fui a ver a Sabina por primera vez y a continuación les adjunto las líneas que salieron a la cancha luego de vivir aquel maravilloso recital.

Con voz gallega ...
Buenas Noches Riachuelo.
Buenas Noches Bombonera.
Buenas Noches Buenos Aires.

Que no arranquen los coches. Que se muera el olvido. Que se enfaden las flores. Porque voy a ir esta noche a la Boca. Porque voy a escuchar esta noche a SABINA !!!


Cerca de las 18 estábamos adentro. 3 metros y el escenario. Que tiren agua la puta que lo parió !!! Los 40 grados de sensación se habían puesto calientes. La humedad sufría de humedad. El reloj de arena no quería dar las diez. Las plateas se fueron pintando. En el campo ya no entraba un alfiler. Diez horas, un minuto. Era inminente. Instrumental, a ritmo de vals "y nos dieron las 10 y las 11, las 12, la 1, las 2 y las 3 y desnudos al anochecer nos encontró la luna". Los acordes salían de alguna guitarra escondida, y entraban directo al corazón. El bajo se sumó a la guitarra. Mas tarde el teclado. Mi corazón se salía. Un hombre. De traje gris. Bastón. Y una galera. No era felicidad. Era mucho más. Mi léxico pobretón no encuentra palabras para describir tantos sentimientos que se encontraron cuando por fin JOAQUIN SABINA ganó el escenario.

Panchito Varona sacudió el bajo. La batería nos alejo del piso. De Diego en el teclado. Aves de Paso. Todos saltando. Es verdad, la bombonera no tiembla. Late. Vive. Y aquel flaco, ya no tan flaco, ni tan calavera. Y su garganta maltrecha. Y sus letras a cuestas. "A las pelirrojas rubias de bote que en relicario de sus escotes perfumaron mi juventud". Los 40 grados, ya eran 50. No era felicidad. Era mucho más. Los flashes se mezclaban con relámpagos. Las nubes llamaron a más nubes. "El asesino sabe más de amor que el poeta". Si 7 crisantemos. Gracias. ¿Y Ahora ?. Conductores suicidas. Perfecto. Gracias flaco, ya no tan flaco. Pero ella quería escuchar Mentiras Piadosas, y nosotros también, "yo le quería decir la verdad por amarga que fuera". Y las nubes se agolparon tanto que empezaron a soltar agua. Mucha agua. Quién nos ha robado la Luna, y el mes de Abril. A torrentes caían aquellas gotas, sobre nuestra Frente Marchita. Acaso hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Está sucediendo. Resumiendo. Nos tocaba crecer y crecimos, vaya si crecimos.

A veces ni con píldoras lo puede conseguir. Marilyn Monroe sigue sin dormir. Me lo dijeron mil veces, y nunca quise poner atención. Ya sin Olga. Y sin embargo una tal Helen que lo hizo de maravillas. "Y si te vas me voy por los tejados como un gato sin dueño". Un par de bises. Clima popular. Clima futbolero. Faltaba la Doce. Los Borrachos estaban. Borrachos estábamos de tanta alegría. Esa boca es mía, con panchito, otro pirata de los buenos. Sinatra celoso, veía como bailábamos bajo la lluvia. "Vivo, en el número siete, de calle melancolía, quise mudarme hace años al barrio de la alegría, pero siempre que lo intento, ha salido ya el tranvía, en la escalera me siento". El flaco, no tan flaco, cruzado de brazos y algo mojado. Mas mojados nosotros, sin parar de silbar su melodía.

José Tomas. Enigmático y misterioso. De aquel torero español al nuestro. El Diego. El más grande. Y Mafaldas. A varios años del ruedo. Los mejores. Con solo 20 años cosidos a retazos Paulita lo inspiro. Todavía le debe algunos besos que valen más que el oro del Perú. Abelardo. Eloisa. Otros dos chavales que no conocían el mar. Dos pájaros de Portugal sin dirección, ni alpistes, ni papeles. Las nubes seguían sumando nubes. Las 35000 almas no paraban de saltar. No era felicidad. Era mucho más. “Se escapo de una cárcel de amor, de un delirio de alcohol, de mil noches en vela”. Enséñame a reír como llora Chabela. Las últimas nubes llegaron a tiempo. Todos queríamos cantar una canción para la Magdalena. “Dueña de un corazón tan cinco estrellas. Y entre dos curvas redentoras la más prohibidas de las frutas. La más señora de todas las putas. La más puta de todas las señoras”.

Cuanto pasó desde aquella mañana de resaca Joaquín. Cuanto pasó para por fin hacer Ruido en la bombonera Joaquín. Ni el diluvio universal nos para. Pero el viento se llevo el pupitre. Mucho mucho ruido. Tanto tanto ruido. Truenos. Relámpagos. Centellas. Y mucho viento. El temporal se enojó, y al final llego el final. Aunque te quisiste quedar, ya no estabas en el escenario, pero quedaste en mi corazón. Ruido fue tu último regalo. El mejor de los ruidos. Locos por naufragar, bailamos en la cancha de Boca. Hasta el as en la manga se marchito con tanta agua. Y Fito quedó sentado en el banco de suplentes esperando que ya no llueva. Sobre Mojado seguíamos soñando despierto. El guitarrón sufría de humedad. Las cuerdas ya no lloraban acordes. Pero el flaco, ya no tan flaco, enamorado del escenario y de su público, seguía haciendo Ruido desde el vestuario. "Ella le pidió que la llevara al fin del mundo" ... Acaso el fin del mundo vino a buscarte Joaquín. Vino a buscarnos a todos. Qué nos lleve de una vez. Si todos los finales son el mismo repetido. Maldita madrugada !!! Esperemos que con el Nano vuelva a salir el Sol !!!


Flaco, ya no tan flaco, ni tan calavera, gracias por tanto. Ya me habías contado, el destino es un maricón. Aunque me privo de Princesa, me regalo el mejor recital de mi vida. El mejor momento de mi vida. No es felicidad. Es mucho más. Mi léxico pobretón no encuentra palabras para describir tantos sentimientos que se encontraron cuando por fin JOAQUIN SABINA ganó el escenario !!!

Aún no cerraban. Dos copichuelas mas. Afuera desfilaban zapatos mojados. Taxis sin frenos. Del 52 ni rastros. Un tostado. Una servilleta. A dos cuadras de aquel recital besé la lona. Sin entender al tiempo, pagué la cuenta. Los charcos no encontraban hospedaje. El diluvio moría de envidia. Por fin un taxi con frenos. Córdoba y Gallo por favor. Segundo piso, un colchón. Estuve con Sabina. En la cancha de Boca. Con su traje gris y una brillante lucidez. No es felicidad, es mucho mas. Voy a despertar de este sueño. Voy a dormir.

miércoles, 25 de enero de 2012

K42 - 2006

Estoy en condiciones de afirmar que no todos los sueños se roncan. Algunos se viven. Y cómo se viven !!! Cierto es que aquel Domingo 29 desperté a vivir un sueño maravilloso. Por tercera vez participé del espectacular K42. Inolvidable. A todos aquellos que necesitan un empujoncito, un empujón, muchos empujones, les aconsejo no dejar pasar la vida de largo sin venir a saludar a mi amigo el Bayo. Acérquense a decorar el cuadro. Montañas manchadas de blanco que bajan al Nahual Huapi a calmar su sed. Millones de árboles, reunidos en un bosque majestuoso, que cubren los senderos y arroyos del frío, la lluvia y la nieve invernal. Truchas malhumoradas que desesperan por una mosca y hacen cola para hospedarse en el correntoso. Y de pronto. Una línea naranja en medio de la pintura, dividiendo lo hermoso, de lo hermoso. No se lo pueden perder. Vengan a soñar despiertos !!!


Nos levantamos temprano. Un baño para despabilar las piernas que seguían durmiendo. Frente al espejo reconocí una cara de susto !!! Que raro !!! Plata y miedo nunca tuve, mujeres tampoco, pero ese es otro tema. Cerré los ojos. Sacudí la cabeza para espantar los malos pensamientos. Abrí los ojos. El espejo creció. Se transformó en Lago. La cara de asustado ya no estaba reflejada en el agua. Había solo nubes amenazadoras que habían secuestrado al Sol, y algo de neblina. Saque el peine, ensayé una raya al costado, me perfume con adrenalina, y me fui a calentar.

Diez, nueve, ocho, todos saltando, siete, seis, todos aplaudiendo, cinco, cuatro, tres, todo oscuro. El tiempo se detuvo. Ahí estaba. Abrazado a mi amigo el Bayo. 30 de Octubre del 2005. Nieve hasta la rodilla. Sol radiante. Lágrimas en los ojos. Nos despedimos, prometiendo volver a vernos. Pasó un año. Llegó la hora !!! El tiempo volvió a correr ... dos, uno. 00.00.00. Largamos. A pasear. A disfrutar. A SOÑAR. Recorrimos los primeros metros de arena y mucha hinchada y salimos a la cancha. A jugar !!!

Conociendo el paño, y el pronóstico, me vestí de calzas largas, zapatillas livianas, polainas, paciencia, tutu y mucho cuidado. Silbando bajito dejé atrás el espejo. Bien concentrado en no perder la cordura que ya no tengo, tomé por el camino que conduce a Roma. El camino lento. A los 8 kilómetros estábamos atravesando el puente viejo del correntoso. Los espectadores que se habían mudado, y las truchas, nos regalaron un concierto de palmas calurosas. Con el ánimo por el techo continuamos viaje. Faltaba lo peor. Lo mas lindo !!!


Subimos caminando. Bajamos a los tumbos. Subimos gateando. Plantamos bandera en Veldevere. A bajar. Me parece que esto se está poniendo complicado. A "me parece" se lo llevaron preso. Se puso complicado. Tomé la bajada con envión. La velocidad oscilaba entre los 90 y los 100 Km. por hora. Quizás un poco mas. Cual si fuese Moisés cruzando el mar rojo, los árboles se abrían a mi paso. Mi bajada precipitosa no tenía freno. De pronto un árbol no recibió la orden divina, y se quedó en el medio del camino. Logré esquivarlo con el cuerpo. El cerebro no alcanzó a enviar la orden a los pies. Después de dar contra el duro tronco rodé por el barro. Las nubes heridas de muerte por las puntas de los cerros cordilleranos, sangraban sus gotas tímidas sobre toda la villa, y sobre mi cara. El agua no era suficiente para reponerme, esperé que alguien viniera a darme una mano. Arriba arriba que todavía queda un trecho. Una mano cálida con tonada sanjuanina me ayudó a recuperar la vertical. Huevón, guarda con los árboles !!!

Este camino si que no me lleva a Roma, pensé, y bajé la velocidad. Cambié barro por aire, frío por calor, hambre por bananas, y gato por liebre. Fonseca estoy listo. Allá voy. Antes de poner un pie en el sendero que me iba a llevar a estar bien cerquita de mi amigo el Bayo, saludé a Gustavo que volvía como piña. El estaba por ganar el K42. Yo estaba por ganar altura. Qué realidades tan opuestas. Basta de palabras. A subir. Con pocas piernas y muchas ganas me fui para arriba. Un gel me abasteció de glucosa. El agua me defendió de la deshidratación. Faltaba encontrar el puestito que regalaba piernas de repuestos. Luego de un rato, llegué a pisar los 1250 metros sobre el nivel del mar. Miré para arriba. Allá estaba. Mi amigo el Bayo. Escondido detrás de unas nubes. Parece que andaba vergonzoso. Yo andaba apurado.

Tocaba bajar otra vez. Macho dijo la partera, y bajé con agresividad. Macho eran los de antes. Después de los primeros 10 metros, y de algunos sustos, metí un rebaje importante. Plan B. Bajé en segunda, con balizas y freno de mano. Restaban 16 kilómetros. Las facturas de los 26 kilómetros ya acumulados, iban llegando en formato A, B y C. A duras penas llegué al puesto de Gatorade. Volví a echar un vistazo a mi amigo. Seguía vergonzoso. ¿Seguirá siendo mi amigo? Últimos 13 kilómetros. Última hora y media de viaje. Otra vez llueve. Sobre mojado seguían mis pasos cortos. Cortísimos. De pronto la Villa. El pescador. Las vallas. El arco. Cuánta alegría. Fito Paez canta: lo importante no es llegar, lo importante es el camino. Fito Paez no corrió nunca el k42 !!!

Envuelto en aplausos crucé la meta. La medalla en el pecho era muy pesada para mis pocas fuerzas. Pero la alegría no entiende de cansancio. Mucho líquido. Muchas fotos. Volví a mirar a mi amigo el Bayo. Seguía escondido entre nubes. ¿Se habrá olvidado de mi? Elongué bastante. Mas líquido. Mas fotos. A comer rico y bastante. Un baño reparador. El espejo ya no mostraba miedo, ni nubes, ni neblina. Rebalsaba felicidad. Nos recostamos un rato. Cayó la noche. Nqdance. Cena. Fiesta. Baile. Premiación. Soooorteos. Afuera no paraba de llover. Adentro se puso bueno. Las piernas respondiendo al instante el llamado de la música. Norma, Diego, y toda la banda comandaban el trencito. Los cuyanos estaban a 220. 2 de la matina. 3 de la matina. El ritmo no pare. Y la noche trasnochó ...


Hoy, a casi un mes del maravilloso K42. Quiero felicitar a la banda de PE por tanto calor. Felicitar a nuestro equipo, Fabi, Chaco, Lechu, por tanta paciencia. Felicitar a mis compañeros de aventura Andrés, Ricardito, Perro, Tito, por colgarse la mas pesada de las medallas. Muchisimas Gracias a todos ellos por colaborar con mi cajoncito de experiencias que ya está que explota.


Antes de despedirme, es importante comentarles, que ayer a la tardecita, mientras descansaba mis piernas fatigadas de tanto entrenamiento, el timbre me sobresaltó. El cartero y un papel diminuto aparecieron al abrir la puerta. Grata fue mi sorpresa al descubrir un telegrama a mi nombre proveniente de Villa la Angostura que rezaba:

TE EXTRAÑE !!!
TU AMIGO EL BAYO !!!