viernes, 26 de agosto de 2011

Green Cup - 2006

Luego del Tetra de la Manzana nos fuimos para la cordillera, y aunque la prueba se llamaba Green Cup corrimos todos con remeras azules !!!


Domingo 9 de Abril. San Martín de los Andes. 13:30 del mediodía. Sin viento. Sin nubes. 25 grados. Ideal para estar panza arriba disfrutando de la paz que inspira semejante paisaje. TREMENDA COINCIDENCIA. Panza arriba estaba. Con la pierna derecha haciéndole aire a la izquierda que sufría el calambre madre de todos los calambres. Quizás una banana me de un mano, pensé. Pero llegando a la cima de Corfone escasean las verdulerías. Con movilidad cero, solo me quedaba llenar los pulmones de aire puro y los ojos de vida, hasta que el calambre se aburra y deje, por fin, mi pierna izquierda en libertad.

Todo comenzó a las 6:30 de la mañana cuando madrugué al despertador. Me levanté para ir al baño y nunca mas pude pegar un ojo. Aproveché para bañarme y disfrazarme de ciclista. Puse a Sabina. Media hora mas tarde ya estaban todos arriba. Ricardito, Sebastián, Andrés y yo queríamos conocer a ese tal Corfone de una vez por todas. Las bicis estaban lista de la noche anterior. Desayunamos bien firme, y nos fuimos rodando para el parque cerrado. Llegamos al predio del Ejercito. Nos dejaron pasar a pesar del pelo largo. Dejamos las bicis, el casco, el camel y nos fuimos a saludar. Mas tarde calentamos un poco. Mas tarde largamos.

7 km y medio de treking eran el aperitivo. Pensando en el plato fuerte, largué tranquilo. El sendero impredecible que atravesaba el bosque se pintó de azul. El Sol había quedado afuera. El sonido del agua, bajando de la montaña, delataba a los arroyos que escondían, tímidamente, su belleza detrás de los frondosos árboles. Los que van lentos pueden llegar a descubrirlo. Yo los descubrí. Mientras tanto, la caravana seguía a paso redoblado con un solo pensamiento en la cabeza: La durísima etapa de mountain que ya se estaba relamiendo.

Pasé por debajo del arco y me fui buscando el 228. Me puse el casco. El camel. Tomé la bici de los pelos y salí trotando del parque cerrado. Los aplausos mezclados con adrenalina aceleraron mi pedaleada. Parecía Galindez. A los 500 metros volví a ser yo. La primera subida no tardó en aparecer. Sin bajarnos de la bici la trepamos a 5 km por hora. Algunos desubicados pasaban a 10 km por hora. No tener una moto. A esta subida le siguieron algunas mas. Y a las algunas mas, le siguieron muchas mas. En cada una de ellas fui dejando fuerzas. Fui dejando piernas. Estaba gastando energía mas de la cuenta. Pero sin pedalear, lamentablemente la bici no avanza. A duras penas sorteé la primer etapa de subidas. El camino nos dio un respiro para recuperarnos. Me recuperé a medias. Me terminé el agua.

La montaña cambiaba de color, y de humor. Corfone nos esperaba. A subir otra vez. El aire que había recuperado lo gasté en el primer kilómetro. Quedaban varios mas. La última gota que tenía mi cuerpo rodó por la nariz, esquivo el manubrio, y se estrello contra la cubierta que avanzaba a desgano. El radiador, enfurecido empezó a humear. Por la cabeza ya no circulaba sangre. Estaba al borde de dejar la bici y seguir en ambulancia. Hice un parate obligado. Le pedí agua a todos los que pasaban. Todos me dieron. Saqué una barrita de cereal. Desapareció en el acto. Esta chica es muy parecida a Yanina !!! Era Yanina. Me convidó Gatorade. Recuperando el ánimo, y el color, volví al asiento de la bici.

Gastando energía a cuenta, seguí pedaleando. Otra vez a 5 km por hora. De pronto la pierna izquierda dijo basta. Se olvidó de pedalear y me mandó al piso. El calambre me dejó panza arriba. Los demás competidores pasaban a paso lento con el objetivo de hacer cumbre de una vez. Para mi ese objetivo había pasado a segundo plano. Primero tenia que recuperar mi pierna izquierda. - Calambre ??? - Si calambre. - Tranquilo, tranquilo, se pasa solo. Intenté pararme varias veces en vano. Se que el tiempo cura heridas del corazón, imagino que también debe hacer lo propio con los calambres. Sin embargo el tiempo pasaba, el calambre no. De pronto la suerte vestida de perro golpeó la puerta. El "perro". Un amigo de aventuras. - Qué haces tirado ??? Estás bien ??? - Calambre perro, calambre. - Querés una banana ? - BANANA dijiste. Dios existe !!! Sacó de su camel el preciado plátano, y en menos de lo que canta un gallo, mi aparato digestivo lo desintegró. - Gracias perro, te debo una ...

Después de 5 minutos logré caminar con la bici al lado. Las subidas seguían desfilando. Ascensor !!! Ascensor !!! ... Alguien vio el Ascensor !!! ... El olor a bajada se sentía cada vez mas fuerte, pero no aparecía. Intenté pedalear. La pierna izquierda me llamó la atención. Seguí caminando como quien saca a pasear la bici. Caminé, caminé y caminé para arriba. Soñaba encontrar la bajada al final de cada curva. Al final de cada curva encontraba subida. Si sigo así toco el cielo con la cabeza. Los metros iban quedando atrás. Y mientras tarareaba un tema de Sabina para matar el tiempo, apareció. Si. Por fin. Monte la bici de un salto. Clave la bandera en el corazón de Corfone. San Pedro me dio un aventón. Apreté cachete. Y a bajar.

Y desafiando al oleaje, sin timón ni timonel, por mis sueños va, ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje. Un concierto de verdes se dibujaba a ambos lados, sólo desentonado en algunos tramos por el amarillo Otoño que se está mudando, mientras mi bici y yo bajábamos como piña. La calle se hacía angosta cuando pasaba los 50 km por hora. Tenia que recuperar algo de tiempo perdido, así que perdiendo el miedo gané en velocidad. Con el corazón en la boca y al borde de la colisión iba pasando gente un poco mas precavida que yo. Esta chica es muy parecida a Yanina. Creo que era Yanina. La calle se hizo sendero. Los sustos se duplicaron. El corazón ya lo llevaba en el mano. Con el azar de mi lado sorteé algunos árboles que imagino bien duros como para darles con la cabeza. Llegué al Ejercito. Antes de entrar al parque cerrado lo encontré al perro. Se acuerdan ??? El que me suministró el plátano. Entramos juntos.

Dejé la bici. Y me tiré a la gramilla cómo si fuera arena. Mientras descansaba y charlaba con el vecino, el corazón volvía lentamente a su lugar. Tomé agua. Mucha agua. Saludé a Vanesa, y sin mas excusas para quedarme en el parque, salí a completar los últimos 7 km y medio de treking. Sebastián ya estaba bañado, cambiado y peinado a la gomina. A mi me quedaba una hora de viaje. La hice tranqui. Las pecheras azules eran mucho menos que en la primera etapa. Pero el paisaje hermoso era el mismo. Faltando 2 km para terminar encontré a Andrés. Charlamos de lo duro que fue la bici como si estuviéramos en la mesa de un bareto esperando la cerveza y los tostados. El perro también se sentó con nosotros. Dejamos de trotar. Caminamos un rato. Volvimos a trotar. Y abrazados como hermanos cruzamos la línea de llegada.

Silenciosamente, para no ahuyentar la presa, nos acercamos a la fuente de frutas. Sin dudar un instante la atacamos desde varios flancos. Eran las Naranjas y Bananas mas ricas del mundo. Pipones salimos rumbo a los masajes. Gané la camilla, y me entregué ciegamente a las manos de una profesional. Mientras dormitaba y mis piernas volvían a vivir, en mi mente se proyectaban como diapositivas las imágenes de esta maravillosa aventura. Fue una verdadera fiesta. No faltaron condimentos. Una excelente organización. Un escenario maravilloso. Un día espectacular. Con Galindez, el Maxi y nuestro Sebastián. Con Norma, Diego, Vanesa, Gustavo y todo el grupo de P.E. que como nos tienen acostumbrado en cada prueba, pusieron todo para que cada uno de nosotros nos sintiéramos protagonista. Felicitaciones a todos, muchas gracias y hasta la próxima.

Los hermosos masajes siguieron durante 20 minutos mas. Con mis piernas aliviadas, con el corazón lleno, con una sonrisa reluciente, y volviendo a tararear Sabina, me terminé de dormir.