jueves, 19 de junio de 2008

Etapa Nike Necochea - 2004

Bajé las escaleras sosteniendo el cajón que pesaba un rato y me fui para la casa de Andrés. Me colgué del timbre hasta que se asomó en la ventana. Nos preparamos una lechona con tostadas, volcamos el cajón en el sillón, y nos pusimos a repasar los primeros pasos en este largo y entretenido camino. Luego de merendar unos hermosos recuerdos ( sin desmerecer las tostadas ) salimos a entrenar.

-Che Andrés, me parece que ya es hora de dar otro paso. Qué te parece si ...
-Ya lo tengo ( me interrumpió ) ... Lo vamos a dar en la arena !!!
-Arena ?
-Si arena !!! ... Conjunto de partículas de rocas disgregadas cuyos tamaños oscilan ente los .0062 y los 2 mm.
-No seas bolú ... Suspendé la clase de Geología y contame a dónde queres ir ?
-Nos vamos para la playa papá !!!
-Deja de hablar pavadas, queda en la loma del "pip", mejor probemos suerte por acá cerca ...


Nuestra próxima aventura fue la Cuarta Etapa del Circuito Nike en Necochea ...

"El Viernes 3 de Diciembre del 2004, nada menos que 900 kilómetros nos molestaban del destino. El Sábado 4 de Diciembre a los 900 kilómetros les habíamos pasado por arriba. Desde Allen partimos. Viajamos toda la noche. Llegamos a la 6 de la mañana, y previo paso por una panadería tempranera, nos adentramos a la playa. Entre mate y mate pasaron los minutos hasta que se hicieron las 8 o´clock. Buscamos un hotel con algunas estrellas. Terminó siendo Tres Arroyos, con un par de ellas.


Leda, Valeria, Andrés y Yo nos instalamos en las últimas dos habitaciones del pasillo. Un bañito rápido, y salimos para Mar del Plata. Como no eran pocos 900 kilómetros decidimos meterle 100 más para redondear. Llegamos a La Feliz con un día espléndido. Paseamos hasta cansarnos, y volvimos a Necochea para retirar el kit y asistir a la reunión previa que se llevo a cabo en un Cine de los de antes. El vientre nos llevó al primer restaurant que se cruzó. Con el mismísimo Nicanor Gonzalez del Solar ( no tenes nombre Nica !!! ) cenamos carbohidratos como dicen los libros. Pecamos con algunas rabas. Pijamita y al sobre.


Amaneció el lluvioso Domingo. A las 10 largábamos. A las 9:30 me perfumaba de adrenalina en el hotel. Algo de crema mágica para los tobillos, gatorade, pantaloncito, pechera, camelback y a la cancha. Posamos para algunas fotos con el mar de fondo, intentamos salir frente a alguna cámara, entramos en calor, elongamos, nos despedimos de las chicas y a la gatera. La lluvia aumentaba. Un poco de viento. Sucundum sucundum. Restaban 5 minutos y ya estábamos todos empapados. El reloj llegó a cero y partimos a recorrer 21 km nuevos. Era nuestra primera experiencia en arena.


Los primeros 4 kilómetros fueron costeando el mar. Las olas intentaban rozar las zapatillas de algún corredor descuidado. La lluvia ya no molestaba. La doble tracción nos permitía avanzar paulatinamente. A pesar de la exigencia, no dejé de percibir lo hermoso del paisaje. El cielo grisáceo se mezclaba con el imponente mar de un lado y el verde bosque del otro. Las gaviotas malhumoradas, revoloteaban por encima de la caravana de pecheras rojas. Y no me puedo olvidar de los espectadores encapuchados hasta la pera, salpicados por toda la playa, que balbuceaban ruidos de aliento. Un marco realmente maravilloso.

La arena iba ganando poco a poco la batalla contra las piernas, que perdían resistencia con cada paso. Para colmo de males, una puntada al estomago. Malditas rabas. La respiración cada vez mas forzada, se mezclaba con el sonido del romper de las olas. Los pasos que se acortaban veían como pasos más largos le pasaban por al lado. Cuanta más gente adelante mas suelta quedaba la arena para los que veníamos atrás. Ya lo dice un viejo y conocido refrán "el buey lerdo toma agua turbia y el corredor lerdo corre por arena suelta".

Nos alejamos un poco del mar. Aunque seguimos sobre arena y médanos, ahora estaban mezclados con pequeños tramos de bosque con suelo firme, que alivianaban el andar, y nos cubrían de la lluvia pesada, que seguía constante. Evidentemente el Sol se había tomado el día. Llegamos a los 10 km de competencia y pegamos la vuelta. El estomago ya estaba mejor. Restaban 11 km y yo estaba 7 puntos. Bastante bien !!! Decidí acelerar, y mi puntuación bajó estrepitosamente. Pisaba los 4. Algunos me pasaban, y otros también. Quedaba poco de carrera. Quedaban pocos detrás mío. Volvimos a la playa y divisamos el arco de llegada. Que felicidad. No queda nada. Ultimo esfuerzo. Las olas llegaban a mojarnos, pero ya no importaba. 1 hora 46 minutos me marcó el reloj cuando le pasé por debajo.


Hay algo más bello que terminar una carrera de aventura ??? Y sí, miles de cosas ... Pero les aseguro que en aquel preciso momento que pasé por debajo del reloj no lo hubo. Con la medalla al cuello, y el pecho inflado nos dispusimos a emprender el largo retorno a casa ... Lamentablemente no nos quedaba otra. Necochea volvió a tener paz. Llegando a Tres Arroyos, todavía sin sol, se alcanzaba a escuchar el refunfuñar de la olas que quedaron tratando de borrar el centenar de huellas que cada uno de nosotros les dejó de regalo."