sábado, 22 de marzo de 2008

5 el kilómetro

El 2003 se había escurrido del calendario y las pruebas de calle seguían desfilando una tras otra como cachetada de loco. Definitivamente el disfraz de atleta pasó a ser la pilcha de fajina, y el árbol del entrenamiento empezó a dar un poco de sombra, sin embargo los 5 minutos por kilómetro aún no asomaban en el horizonte. Andrés ( le dije con tono de padre que reta a su hijo por tocar sin permiso las rejas de la jaula de los leones ), si queremos pisotear la delgada línea que separa a los que corren de los que pasean, vamos a tener que bajar los 5 minutos por kilómetro. Basta de joda. Y sacá la mano de ahí.

Transitábamos el 2004. Los 10 km los organizó una tal LU5. Todo al asador. Hasta la marucha. Basta de dejar carne en el frezzer. Envalentonados por la bastante sombra que ya regalaba el árbol del entrenamiento nos aprontamos a las gateras con un solo objetivo : PERTENECER AL GRUPO DE LOS QUE CORREN. La respuesta estaba al caer. En 4 minutos 55 segundos pasamos el primer kilómetro y tocamos el cielo con las manos, no así el segundo kilómetro que nos alejó del cielo con creces. Fueron 5 minutos largos. El debate fue duro e indeciso en los siguientes 6 kilómetros. Los 2 que quedaban eran determinantes . . . y el frezzer ya estaba vacío.

Cruzamos la meta envueltos en sudor con la incertidumbre a cuestas. De reojo miré el reloj con mucha expectativa. Cuarenta y . . . . Cuarenta y nada. Cincuenta y uno clavado. Qué lo parió . . . A seguir regando el árbol . . . A seguir entrenando ! ! !
Después de todo no es tan malo pasear.

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