sábado, 9 de febrero de 2008

Y ahora ?

Qué carajo hago ahora ? Con los botines colgados en el rincón del olvido no me quedaba mas opción que salir a buscar alguna actividad que se lleve el tiempo muerto de mi vida. Mientras trataba de hacerme amigo de algún deporte con vacantes, se me antojó matar las tardes con un poco de footing. La idea preponderante fue alejar kilos ajenos, que el talle de mis pilchas siga siendo mi talle. Así que durante algunas tardes esporádicas me calzaba las zapas y nos reuníamos con el asfalto durante 5 km. Estos 5 km me demandaban aproximadamente 40 minutos. Esos 40 minutos alejaban a los kilos ajenos que merodeaban el barrio, sobre todo los fines de semana.


Luego de varias semanas de hacer migas con el frio asfalto, me atrapó la monotonía. Qué carajo hago ahora ? Los lottos azules hacían puchero desde el olvido. Los kilos ya no eran ajenos. Fue entonces cuando entró en escena un amigo del alma. Sebastián. Triatlonista por excelencia. Las charlas de huelles perdidos ya estaban pasadas de moda, así que platicamos profundamente sobre su deporte de cabecera. Largo y tendido en nuestra charla estábamos cuando la idea de participar en una prueba atlética emergió sobre el tapete. Luego de insistir nada, ya estaba en la línea de partida con Andrés. Otro amigo del alma. Otro deportista huérfano con mucho para dar. Fueron apenas 3 km al lado de niños, madres con changuitos, mascotas y monopatines. Aunque no terminamos en el lote de punta, fue impresionante la ventaja que le sacamos a mucha gente, sobre todo a las madres con changuito. Al cruzar la meta caímos en cuenta que teníamos mucho para dar en este nuevo pasatiempo . . .

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