jueves, 18 de septiembre de 2008

Buenos muchachos

Favio, cansado de Margarito Tereré, Corbata Cuá y del Mono Capote cambio la Mesopotamia por la Patagonia. Con la panza mas verde que llena y con una mano atrás y otra adelante se vino para el sur (Cómo comentario al pasar les cuento que se tendría que haber puesto las dos manos adelante). El destino se encargó del resto.

El Gringo para los viejos amigos, y simplemente Adrián para los nuevos, se coló en la habitación de las ponedoras mientras dormían, luego pasó por el establo, manotió un lacayo y al galope suave dejó Coronel Suarez y se vino para la Patagonia con unos huevos así de grande (Cómo comentario al pasar les cuento que los huevos de las gallinas chacareras no le hacen ni la sombra a los huevos de las ponedoras del campo). El destino se encargó del resto.


Adrián y Favio son dos buenos muchachos. Probablemente el dos esté de mas. Quizás sea correcto decir: Adrián y Favio son buenos muchachos. Pero mas allá del error de sintaxis tengo que destacar y subrayar que Adrián y Favio, además de ser buenos muchachos, son dos excelentes amigos. Desde distintos puntos cardinales emprendieron sus caminos sin rumbo. Finalmente el alto valle de Rio Negro fue nido de sus vuelos. La vida me los presentó en el laburo. Nos salteamos la etapa de compañeros ... enseguida fuimos amigos.

Mas aún se fortaleció nuestra relación cuando, junto con Andrés, emprendimos un viaje de 900 km. para participar de la Merrell Adventure Race en la pintoresca ciudad de Tandil, en la espaciosa comodidad de un Twingo.

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